Psicología infantil

Problemas de conducta infantil

Los problemas de conducta infantil son patrones persistentes de comportamientos desafiantes, impulsivos o disruptivos que generan malestar en el niño, en su entorno familiar o escolar. Según el DSM-5, estos problemas pueden aparecer dentro de diferentes categorías como el trastorno negativista desafiante (TND), el trastorno explosivo intermitente o las conductas disruptivas y de desregulación, pero también pueden manifestarse sin cumplir criterios diagnósticos completos.

No son simplemente “mal comportamiento”, “caprichos” o “falta de límites”: suelen reflejar dificultades emocionales, estrés, procesos de desarrollo, necesidades no expresadas o experiencias que sobrepasan la capacidad del niño para autorregularse.

¿Qué implican los problemas de conducta infantil?

Los problemas de conducta pueden incluir comportamientos como:

  • Rabietas frecuentes, intensas o prolongadas.

  • Desobediencia persistente.

  • Conflictos con adultos o figuras de autoridad.

  • Agresividad verbal o física.

  • Impulsividad y dificultad para esperar turnos.

  • Romper normas de manera repetida.

  • Desafío activo o provocador.

  • Búsqueda constante de discusión.

  • Dificultad para tolerar frustraciones mínimas.

  • Bloqueos emocionales o llanto explosivo.

Muchos de estos comportamientos funcionan como formas de pedir ayuda, expresar estrés o manejar emociones para las que el niño aún no tiene herramientas.

¿Por qué aparecen los problemas de conducta? (Evidencia científica)

La literatura señala múltiples factores que pueden contribuir:

1. Regulación emocional inmadura

El cerebro infantil aún está desarrollando áreas relacionadas con autocontrol, tolerancia a la frustración y gestión de impulsos.
(Thompson & Goodman, 2010)

2. Estrés, cambios o situaciones difíciles

Separaciones, nacimientos de hermanos, cambios de colegio, mudanzas, conflictos familiares o pérdidas.

3. Temperamento y neurodesarrollo

Algunos niños son más sensibles, impulsivos o intensos por predisposición biológica.

4. Dinámicas familiares

Límites poco claros, comunicación ineficaz o modelos de resolución de conflictos.

5. Experiencias de miedo, inseguridad o trauma

El trauma infantil puede expresarse a través de conductas desreguladas, irritabilidad o agresividad.

6. Dificultades escolares o sociales

Bullying, fracaso escolar, dificultades atencionales o de aprendizaje.

7. Refuerzos involuntarios

A veces la conducta se mantiene porque, sin querer, el entorno ha reforzado esos patrones (por ejemplo, acceder a demandas tras una rabieta).

Los problemas de conducta no son culpa del niño ni de los padres, sino señales de un sistema emocional que necesita apoyo y regulación.

¿Cómo vamos a trabajar los problemas de conducta infantil en terapia?

El enfoque será integrativo, trabajando tanto con el niño como con las dinámicas familiares que influyen en su conducta.

Comenzaremos comprendiendo qué función tienen los comportamientos: si expresan frustración, miedo, necesidad de control, búsqueda de atención, inseguridad emocional o dificultad para expresarse.

A partir de aquí, el proceso terapéutico incluirá:

1. Entrenamiento en regulación emocional

  • Identificar las emociones antes de explotar.

  • Aprender estrategias de calma y autocontrol.

  • Incorporar habilidades para manejar la frustración.

  • Mejorar la confianza para pedir ayuda sin recurrir a la conducta disruptiva.

2. Reestructuración cognitiva adaptada a su edad

Ayudaremos al niño a transformar pensamientos como:
“no puedo”, “nadie me entiende”, “todo sale mal”, “solo me hacen caso si grito”,
por interpretaciones más adaptativas, realistas y seguras.

3. Procesamiento emocional profundo (EMDR adaptado a infancia)

Muy útil cuando:

  • las conductas derivan de miedo, estrés o experiencias difíciles

  • hay conflictos familiares que afectaron al niño

  • existen recuerdos que activan rabia, tristeza o inseguridad

  • el niño ha vivido situaciones intensas o desbordantes

El procesamiento ayuda a liberar la carga emocional y reduce la reactividad que se expresa en forma de conductas explosivas o evitativas.

4. Trabajo con las familias

Parte esencial del proceso:

  • Establecer límites firmes y afectivos.

  • Aprender a responder sin reforzar patrones disfuncionales.

  • Mejorar la comunicación emocional.

  • Crear rutinas estables y seguras.

  • Manejar las rabietas y la impulsividad de forma eficaz.

5. Desarrollo de habilidades sociales

  • Expresar necesidades sin agresividad.

  • Resolver conflictos sin gritar o pegar.

  • Mejorar la tolerancia al “no”.

  • Fomentar la cooperación y el respeto mutuo.

El objetivo no es “eliminar” la conducta, sino entenderla, regularla y transformar la dinámica emocional que la origina, promoviendo seguridad interna, autocontrol y vínculos familiares más sanos.

Ansiedad infantil

La ansiedad infantil es una de las dificultades emocionales más frecuentes en la infancia. Aunque sentir miedo o preocupación es normal en el desarrollo, hablamos de ansiedad cuando estos síntomas aparecen con más intensidad, frecuencia o duración de la esperada para la edad del niño y interfieren en su bienestar, su aprendizaje, el sueño o sus relaciones.

Según el DSM-5, la ansiedad infantil puede manifestarse en diferentes formas: ansiedad por separación, fobia específica, ansiedad social, mutismo selectivo o ansiedad generalizada. Pero, incluso sin cumplir criterios diagnósticos completos, muchos niños sufren síntomas que generan un impacto significativo.

La ansiedad infantil no es “manipulación”, ni “teatro”, ni “llamar la atención”: es una señal de que el niño está desbordado emocionalmente y necesita apoyo, comprensión y herramientas.

¿Qué es la ansiedad infantil?

La ansiedad aparece cuando el sistema nervioso interpreta algunas situaciones como peligrosas, incluso si objetivamente no lo son. Como el cerebro infantil está aún en desarrollo, los niños pueden sentir reacciones muy intensas ante situaciones nuevas, separaciones, colegios, cambios o sensaciones corporales.

La ansiedad puede manifestarse como:

  • Miedos intensos o persistentes.

  • Bloqueos o llanto aparentemente “sin motivo”.

  • Malestar físico ante situaciones que generan preocupación.

  • Necesidad constante de seguridad o compañía.

  • Dificultad para separarse de figuras de apego.

  • Evitación de actividades o situaciones nuevas.

Síntomas frecuentes (basados en DSM-5 y evidencia científica)

Los síntomas pueden variar según la edad, pero es habitual observar:

Síntomas emocionales

  • Miedos excesivos (a la oscuridad, separación, animales, colegio, dormir solo…).

  • Preocupaciones constantes: que algo malo pase, que se hagan daño, que nadie les quiera, etc.

  • Llanto fácil o irritabilidad.

  • Inseguridad y necesidad intensa de aprobación.

Síntomas físicos

  • Dolor de barriga o cabeza.

  • Náuseas o vómitos asociados a nervios.

  • Tensión muscular.

  • Palpitaciones.

  • Dificultad para dormir o pesadillas.

Síntomas conductuales

  • Evitar actividades (colegio, dormir solo, hablar con otros niños).

  • Apegos excesivos a los cuidadores.

  • Conductas de escape (llanto, rabieta, huida).

  • Bloqueos o quedarse “paralizado/a” ante ciertas situaciones.

 ¿Por qué aparece la ansiedad infantil? (Evidencia científica)

La investigación muestra que la ansiedad infantil puede tener múltiples causas:

1. Desarrollo y temperamento

Algunos niños son más sensibles o reactivamente ansiosos por predisposición biológica.
(Rapee et al., 2009)

2. Estilos de apego y relaciones tempranas

Los niños con vínculos inseguros pueden experimentar más miedo ante la separación o cambios.
(Mikulincer & Shaver, 2007)

3. Estrés vital o cambios recientes

Mudanzas, nacimiento de un hermano, colegio nuevo, conflicto familiar, enfermedad, pérdidas.

4. Experiencias dolorosas o traumáticas

Accidentes, hospitalizaciones, bullying, discusiones intensas o situaciones que generaron miedo.
(van der Kolk, 2014)

5. Aprendizajes y modelos familiares

Si el entorno responde con miedo, evitación o sobreprotección, la ansiedad puede aumentar sin querer.

6. Dificultades de regulación emocional

El cerebro infantil aún está aprendiendo a gestionar emociones intensas.

La ansiedad infantil no es culpa del niño ni de la familia. Es una respuesta que necesita comprensión y acompañamiento.

¿Cómo vamos a trabajar la ansiedad infantil en terapia?

El tratamiento será integrativo, combinando estrategias de regulación emocional, habilidades cognitivas adaptadas a su edad y técnicas de procesamiento emocional cuando sea necesario.

Comenzaremos explorando cuándo aparece la ansiedad, qué situaciones la detonan y qué pensamientos o sensaciones acompañan al niño. A partir de aquí trabajaremos en:

1. Entrenamiento en regulación emocional

  • Identificar señales tempranas de ansiedad.

  • Aprender técnicas de calma (respiración, visualizaciones, juegos reguladores).

  • Reducir la tensión corporal y el miedo.

  • Aumentar la tolerancia a la frustración.

2. Reinterpretación de miedos

Ayudaremos al niño a transformar pensamientos catastrofistas por ideas más realistas y seguras, usando lenguaje adaptado, cuentos terapéuticos o metáforas.

3. Exposición gradual y acompañada

Para superar miedos y evitar que la evitación mantenga la ansiedad, siempre de manera respetuosa y a su ritmo.

4. Procesamiento emocional (EMDR adaptado a infancia)

Especialmente útil cuando la ansiedad está asociada a:

  • momentos de miedo intenso

  • bullying

  • accidentes

  • separaciones difíciles

  • experiencias que dejaron al niño desbordado

Este enfoque ayuda al sistema nervioso a integrar la experiencia, reduciendo la alarma interna.

5. Trabajo con la familia

Es un pilar fundamental:

  • Aprender a responder a la ansiedad sin reforzarla.

  • Establecer rutinas seguras y predecibles.

  • Evitar sobreprotección y favorecer autonomía.

  • Mejorar la comunicación emocional.

6. Desarrollo de habilidades sociales y seguridad interna

  • Expresar necesidades de forma adecuada.

  • Aumentar la autoestima.

  • Reforzar la confianza y la sensación de competencia.

El objetivo no es “quitar los miedos”, sino ayudar al niño a entender, regular y superar la ansiedad, desarrollando recursos emocionales sólidos que le acompañen a lo largo de su vida.

Depresión infantil

La depresión infantil es un trastorno del estado de ánimo que afecta a niños y niñas, generando tristeza persistente, irritabilidad, pérdida de interés y cambios en la conducta, el sueño o el apetito.
Aunque la tristeza ocasional es normal en el desarrollo, hablamos de depresión cuando los síntomas son frecuentes, intensos y duraderos, y provocan un deterioro significativo en la vida emocional, familiar, escolar o social del menor.

El DSM-5 reconoce la depresión en niños, con algunas particularidades: en la infancia la tristeza puede expresarse más como irritabilidad, enfado o desmotivación que como llanto o apatía visible.

La depresión infantil no es un “capricho”, ni “una etapa”, ni “cosas de niños”: es una señal de que algo emocionalmente importante está ocurriendo y necesita ser atendido.

¿Qué es la depresión infantil?

La depresión infantil se manifiesta cuando el niño experimenta un malestar emocional profundo que afecta:

  • su estado de ánimo

  • su energía

  • su motivación

  • su conducta

  • su forma de relacionarse

  • su rendimiento escolar

A diferencia del adulto, los niños pueden no tener lenguaje emocional suficiente para expresarlo, por lo que lo muestran a través de comportamientos o cambios en su día a día.

Síntomas frecuentes (basados en DSM-5 y evidencia científica)

Síntomas emocionales

  • Tristeza persistente o llanto frecuente.

  • Irritabilidad, enfado o rabietas inusuales.

  • Sensación de vacío, inutilidad o culpa.

  • Baja autoestima.

Síntomas conductuales

  • Falta de interés en juegos, actividades o amistades.

  • Aislamiento social.

  • Disminución del rendimiento escolar.

  • Falta de energía o cansancio constante.

  • Cambios bruscos en el comportamiento.

Síntomas físicos

  • Alteraciones del sueño (insomnio o dormir de más).

  • Cambios en el apetito (aumento o disminución).

  • Dolores de cabeza o de barriga sin causa médica clara.

  • Quejas físicas frecuentes.

Síntomas cognitivos

  • Dificultad para concentrarse.

  • Pensamientos negativos sobre sí mismo o el futuro.

  • Sensación de incapacidad o inutilidad.

¿Por qué aparece la depresión infantil? (Evidencia científica)

La investigación ha identificado múltiples causas y factores que contribuyen:

1. Vulnerabilidad emocional o temperamental

Niños más sensibles o introspectivos pueden ser más propensos.
(Rutter, 2007)

2. Estrés o cambios vitales

Separaciones, conflictos familiares, acoso escolar, cambio de colegio, pérdidas o mudanzas.

3. Dificultades en las relaciones

Ambientes familiares tensos, poco afectivos o desbordantes.

4. Experiencias traumáticas

Abusos, negligencia, accidentes, hospitalizaciones o violencia en el entorno.
(van der Kolk, 2014)

5. Factores cognitivos

Autocrítica, pensamientos rígidos o interpretaciones negativas.
(Abela & Hankin, 2008)

6. Apegos inseguros

Dificultades para obtener consuelo emocional pueden favorecer síntomas depresivos.

7. Modelos familiares

Padres con altos niveles de estrés, depresión o poca disponibilidad emocional pueden influir.

La depresión infantil es el resultado de un sistema emocional desbordado, no de falta de voluntad.

¿Cómo vamos a trabajar la depresión infantil en terapia?

El tratamiento será integrativo, abordando emociones, pensamientos, experiencias pasadas y dinámicas familiares.

Comenzaremos comprendiendo cómo se expresa la depresión en el niño: cuándo empezó, qué situaciones la mantienen y cómo afecta a su día a día. A partir de aquí:

1. Regulación emocional adaptada a su edad

  • Identificar emociones y ponerles nombre.

  • Aprender herramientas para manejar tristeza, frustración e irritabilidad.

  • Fomentar la autoexpresión emocional segura.

2. Activación conductual infantil

  • Recuperar actividades placenteras y sociales.

  • Reforzar habilidades y logros.

  • Reducir el aislamiento y aumentar la motivación.

3. Reinterpretación de pensamientos negativos

Ayudaremos al niño a comprender y transformar ideas como:
“no valgo”, “nadie me quiere”, “soy un problema”,
por mensajes más realistas y amables.

Siempre mediante lenguaje adaptado, metáforas y recursos lúdicos.

4. Procesamiento emocional (EMDR infantil)

Fundamental cuando la depresión está vinculada a:

  • experiencias de rechazo

  • bullying

  • pérdidas

  • miedo, culpa o vergüenza acumulada

  • situaciones familiares dolorosas

Este proceso ayuda al cerebro a integrar estas experiencias de forma adaptativa, reduciendo la carga emocional que mantiene la tristeza o la irritabilidad.

5. Intervención familiar

Las familias son clave en el tratamiento:

  • Aprender a acompañar emociones difíciles.

  • Mejorar la comunicación afectiva.

  • Evitar mensajes invalidantes o sobreexigencia.

  • Establecer rutinas saludables y predecibles.

  • Reforzar conductas positivas y autoestima.

6. Reforzar autoestima y seguridad interna

  • Identificar fortalezas.

  • Promover logros realistas.

  • Aumentar sensación de competencia y autonomía.

El objetivo es que el niño recupere energía, motivación, seguridad emocional y capacidad para disfrutar, construyendo una base de bienestar a largo plazo.

Trastorno por déficit de atención e hiperactividad

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es un trastorno del neurodesarrollo que aparece en la infancia y se caracteriza por dificultades persistentes de atención, impulsividad y/o hiperactividad.
Según el DSM-5, estos síntomas deben estar presentes antes de los 12 años, aparecer en diferentes contextos (casa, colegio, actividades sociales) y generar un impacto significativo en el funcionamiento escolar, familiar y emocional del niño.

El TDAH no es mala conducta, ni falta de interés, ni un problema de educación. Es una forma diferente de funcionamiento neurológico y cognitivo, con fortalezas y desafíos propios.

¿Qué es el TDAH en la infancia?

El TDAH influye en cómo el niño:

  • mantiene la atención

  • organiza y planifica

  • controla impulsos

  • regula su energía física

  • gestiona emociones

  • se relaciona con los demás

No afecta a la inteligencia; afecta al modo en que se procesa la información, se regula la conducta y se maneja el entorno.

Síntomas frecuentes (basados en DSM-5)

El TDAH puede presentarse en tres tipos: inatento, hiperactivo-impulsivo o combinado.

1. Síntomas de inatención

  • Dificultad para concentrarse, incluso en tareas breves.

  • Olvidos frecuentes (material escolar, tareas, instrucciones).

  • Distracción fácil con estímulos internos o externos.

  • Dificultades para seguir órdenes complejas.

  • Desorganización en tareas o juegos.

  • Evitar actividades que requieren esfuerzo mental sostenido.

2. Síntomas de hiperactividad

  • Incapacidad para quedarse quieto.

  • Mover manos, pies o cuerpo constantemente.

  • Hablar en exceso.

  • Necesidad de actividad continua.

3. Impulsividad

  • Interrumpir conversaciones o actividades.

  • Dificultad para esperar turnos.

  • Contestar antes de tiempo.

  • Actuar sin pensar en consecuencias.

Además, es frecuente observar:

  • frustración intensa

  • baja tolerancia a la espera

  • dificultades en habilidades sociales

  • problemas de autoestima cuando no se comprende su funcionamiento

  • emociones muy intensas que se desregulan con facilidad

¿Por qué aparece el TDAH? (Evidencia científica)

La evidencia científica muestra causas multifactoriales:

1. Genética

El TDAH tiene una alta heredabilidad (aprox. 70–80%).
(Faraone et al.)

2. Neurobiología

Diferencias en áreas cerebrales relacionadas con la atención, la inhibición y el control motor.
Disfunción en los sistemas dopaminérgico y noradrenérgico.

3. Factores ambientales moduladores

  • prematuridad

  • estrés prenatal

  • ambientes muy caóticos o exigentes

  • experiencias de rechazo o fracaso escolar
    (si bien estos NO causan el trastorno, pueden influir en su expresión)

4. Contexto emocional y escolar

La incomprensión del entorno puede empeorar síntomas y autoestima.

El TDAH infantil no es culpa del niño ni de la familia, y no se debe a pantallas, falta de disciplina o voluntad.

¿Cómo vamos a trabajar el TDAH infantil en terapia?

El tratamiento será integrativo, adaptado a las necesidades del niño y su entorno, combinando TCC, regulación emocional, entrenamiento en habilidades y técnicas de procesamiento emocional (EMDR infantil).

1. Entrenamiento en habilidades de atención y autocontrol

  • Técnicas para mejorar atención sostenida.

  • Juegos estructurados para desarrollar funciones ejecutivas.

  • Estrategias de planificación, orden y gestión del tiempo.

  • Desarrollo de hábitos y rutinas claras.

2. Regulación emocional

  • Aprender a identificar señales de desborde.

  • Técnicas para calmar cuerpo y mente.

  • Manejo de impulsividad y frustración.

  • Reforzar tolerancia a la espera.

3. Reestructuración cognitiva adaptada

Ayudar al niño a transformar pensamientos negativos del tipo:
“soy malo”, “siempre hago todo mal”, “nadie me entiende”,
por una narrativa más sana y realista.

4. Procesamiento emocional (EMDR adaptado a infancia)

Es especialmente útil cuando:

  • el niño ha vivido repetidos fracasos escolares

  • ha sido etiquetado o ridiculizado

  • hay bullying o rechazo social

  • existen experiencias tempranas que afectan su autoestima

  • hay situaciones familiares estresantes

Este trabajo reduce la carga emocional acumulada y mejora la seguridad interna.

5. Trabajo con la familia

Clave para el cambio:

  • Establecer límites claros y consistentes.

  • Adaptar instrucciones a la capacidad atencional del niño.

  • Reforzar conductas positivas.

  • Comprender el funcionamiento del TDAH sin culpas.

  • Crear rutinas predecibles que ayuden a la autorregulación.

6. Coordinación con escuela y profesorado

Para facilitar:

  • apoyos visuales

  • desgloses de tareas

  • descansos estructurados

  • gestión de expectativas adaptadas

7. Fortalecimiento de la autoestima

  • Identificar fortalezas reales del niño.

  • Validar su esfuerzo, no solo el resultado.

  • Fomentar un autoconcepto positivo y seguro.

El objetivo es que el niño aprenda a comprender su funcionamiento, regular sus emociones, potenciar sus capacidades y sentirse seguro y valorado en todos sus entornos.

Problemas emocionales

Los problemas emocionales en la infancia aparecen cuando un niño tiene dificultades para comprender, expresar o regular sus emociones de manera adecuada para su etapa de desarrollo.
Aunque es normal que los niños sientan miedo, tristeza, rabia o frustración, hablamos de problemas emocionales cuando:

  • las emociones son demasiado intensas,

  • duran más de lo esperado,

  • se expresan de manera desproporcionada, o

  • afectan al comportamiento, las relaciones, el sueño o el rendimiento escolar.

Según el DSM-5, estos problemas pueden relacionarse con ansiedad, depresión, irritabilidad persistente, dificultades de regulación, problemas de conducta o reacciones desproporcionadas ante cambios o estrés.

Los problemas emocionales no significan que el niño sea “difícil” o “manipulador”: indican que su sistema emocional está desbordado y necesita acompañamiento.

¿Qué son los problemas emocionales en la infancia?

Incluyen un conjunto de señales como:

  • Explosiones de rabia o frustración.

  • Tristeza o llanto sin causa aparente.

  • Miedos intensos o preocupaciones excesivas.

  • Dificultad para manejar cambios o límites.

  • Sensibilidad extrema a críticas o conflictos.

  • Apegos exagerados o evitación social.

  • Inseguridad persistente o baja autoestima.

  • Somatizaciones (dolor de barriga, cabeza…).

  • Cambios bruscos de humor.

Los niños aún no tienen la madurez cerebral para regular emociones complejas, por lo que estas dificultades suelen aparecer en forma de conductas, bloqueos o reacciones intensas.

¿Por qué aparecen los problemas emocionales infantiles?

(Evidencia científica)

Los estudios señalan múltiples factores que influyen:

1. Desarrollo emocional y regulación aún inmadura

El cerebro infantil está aprendiendo a gestionar frustración, miedo, tristeza y enfado.
(Thompson, 2010)

2. Temperamento

Algunos niños son más sensibles, reactivos o intensos por predisposición biológica.

3. Dinámicas familiares o estrés

Cambios, conflictos, separación de los padres, nacimiento de un hermano, mudanzas o sobrecargas emocionales.

4. Experiencias adversas o trauma

Bullying, accidentes, hospitalizaciones, pérdidas o situaciones que generaron miedo o inseguridad.
(van der Kolk, 2014)

5. Falta de habilidades emocionales

Dificultad para nombrar o expresar emociones de manera adecuada.

6. Exceso de exigencia o críticas

Ambientes muy demandantes pueden llevar a irritabilidad, tristeza o bloqueo emocional.

7. Interacciones escolares

Problemas sociales, dificultades académicas o falta de apoyo docente.

Los problemas emocionales no son culpa del niño ni de los padres; son señales de que el sistema emocional necesita apoyo y regulación.

¿Cómo trabajaremos los problemas emocionales en terapia?

El abordaje será integrativo, combinando herramientas de regulación emocional, habilidades cognitivas adaptadas a la edad y técnicas de procesamiento emocional profundo (EMDR infantil).

1. Identificación y educación emocional

  • Nombrar emociones de forma clara y segura.

  • Entender qué sienten, por qué y cómo expresarlo adecuadamente.

  • Validar emociones en lugar de reprimirlas.

2. Regulación emocional y autocontrol

  • Técnicas de calma (respiración, visualizaciones, juegos reguladores).

  • Aprender a manejar frustración, miedo e ira.

  • Construir estrategias internas para sentirse seguros.

3. Reestructuración de pensamientos

De forma adaptada y creativa, ayudamos al niño a transformar creencias como:
“soy malo”, “no puedo”, “todo es mi culpa”,
por pensamientos más realistas, equilibrados y compasivos.

4. Procesamiento emocional profundo (EMDR infantil)

Muy útil cuando existen:

  • experiencias de miedo o estrés intenso

  • bullying

  • pérdidas o separaciones

  • conflictos familiares

  • autocrítica, vergüenza o inseguridad acumulada

El procesamiento ayuda al sistema nervioso a integrar esas experiencias y disminuir la reactividad emocional.

5. Trabajo con la familia

Fundamental en cada proceso terapéutico:

  • Validar emociones sin reforzar conductas problemáticas.

  • Fomentar rutinas y límites seguros.

  • Ajustar expectativas al desarrollo real del niño.

  • Mejorar la comunicación emocional en casa.

  • Acompañar sin sobreproteger.

6. Desarrollo de autoestima y seguridad

  • Identificar talentos y fortalezas reales.

  • Construir un autoconcepto sano.

  • Fomentar autonomía y confianza.

7. Habilidades sociales

  • Expresar necesidades sin enfado.

  • Resolver conflictos sin explosiones emocionales.

  • Fomentar empatía y comunicación.

El objetivo es que el niño aprenda a comprender y regular sus emociones, fortaleciendo su bienestar, su autoestima y sus relaciones.

Dificultades sociales

Las dificultades sociales aparecen cuando un niño o adolescente tiene problemas para relacionarse, comunicarse, adaptarse a grupos o comprender las dinámicas sociales. Aunque cada persona tiene su propio ritmo, hablamos de dificultades sociales cuando estas limitan su bienestar, su autoestima o su capacidad para desarrollar amistades y sentirse integrado.

Según el DSM-5, estas dificultades pueden formar parte de trastornos como la ansiedad social, el TDAH, el TEA o los trastornos de conducta, pero también pueden aparecer sin un diagnóstico específico.
En todos los casos, reflejan necesidades emocionales, comunicativas o de regulación que requieren acompañamiento.

¿Qué implican las dificultades sociales?

Las dificultades sociales pueden manifestarse de muchas formas, como:

  • Timidez extrema o bloqueo al interactuar.

  • Miedo a hablar en clase o con iguales.

  • Dificultad para hacer o mantener amistades.

  • Sensación de “no encajar” o sentirse diferente.

  • Problemas para interpretar gestos, tonos o normas sociales.

  • Impulsividad o interrupciones constantes en conversaciones.

  • Conflictos frecuentes con otros niños.

  • Evitación de actividades en grupo.

  • Aislamiento voluntario o ansiedad ante eventos sociales.

  • Sensibilidad extrema al rechazo o a la crítica.

Estas dificultades pueden generar consecuencias como baja autoestima, tristeza, ansiedad y problemas de adaptación escolar.

¿Por qué aparecen las dificultades sociales?

(Evidencia científica)

La literatura científica ha identificado múltiples factores que influyen:

1. Temperamento y estilo emocional

Algunos niños son más inhibidos o más impulsivos por predisposición biológica.
(Rothbart, 2007)

2. Ansiedad social o miedo al rechazo

El miedo a equivocarse o a ser juzgado dificulta interactuar con seguridad.

3. Problemas de regulación emocional

Dificultad para manejar frustración, enfado o vergüenza durante interacciones.

4. Déficits en habilidades sociales

Dificultades en turnos, escucha, empatía o interpretación de señales no verbales.

5. Experiencias de bullying o rechazo

El maltrato entre iguales afecta al desarrollo social y a la confianza.
(Hawker & Boulton, 2000)

6. Neurodesarrollo

En casos de TDAH, TEA u otros perfiles, el funcionamiento social puede ser distinto.

7. Dinámicas familiares

Modelos comunicativos poco asertivos, sobreprotección o exposición limitada a entornos sociales.

8. Trauma relacional

Experiencias de vergüenza, humillación o estrés pueden bloquear la espontaneidad social.

¿Cómo vamos a trabajar las dificultades sociales en terapia?

El abordaje será integrativo, combinando entrenamiento en habilidades sociales, trabajo cognitivo, regulación emocional y procesamiento profundo cuando sea necesario.

1. Evaluación del estilo social del niño

Comprenderemos qué sucede:
¿Le cuesta iniciar contacto?,
¿se bloquea?,
¿se acelera?,
¿se aísla?,
¿teme el rechazo?,
¿no entiende las normas sociales?

2. Entrenamiento en habilidades sociales

Mediante juegos, role-playing y dinámicas adaptadas:

  • Cómo iniciar y mantener conversaciones.

  • Expresar necesidades sin agresividad.

  • Escucha activa y turnos conversacionales.

  • Resolver conflictos sin discusiones o retirada.

  • Pedir perdón o reparar de forma sana.

  • Entender gestos, tonos y señales no verbales.

3. Regulación emocional

  • Manejo del miedo social.

  • Aceptar errores sin hundirse.

  • Manejo de la frustración en relaciones.

  • Estrategias de calma ante situaciones sociales desbordantes.

4. Reestructuración de pensamientos

Transformaremos ideas como:
“nadie me quiere”, “si hablo se reirán”, “soy raro/a”,
en pensamientos más realistas, seguros y compasivos.

5. Procesamiento emocional (EMDR infantil/adolescente)

Especialmente eficaz cuando las dificultades sociales están asociadas a:

  • bullying

  • rechazo persistente

  • episodios de vergüenza

  • experiencias de humillación

  • miedo intenso a equivocarse

El procesamiento ayuda a liberar la carga emocional que bloquea la espontaneidad social.

6. Trabajo con la familia

Para:

  • reforzar habilidades sociales adecuadas

  • mejorar la comunicación en casa

  • evitar la sobreprotección que limita la autonomía

  • promover experiencias sociales seguras y graduales

7. Reforzar autoestima y sentido de pertenencia

  • Identificar fortalezas sociales distintas (empatía, creatividad, sentido del humor…).

  • Fortalecer seguridad interna.

  • Reducir miedo al juicio y al rechazo.

Problemas de aprendizaje

Los problemas de aprendizaje son dificultades persistentes que afectan la capacidad del niño para adquirir, usar o automatizar habilidades académicas como la lectura, la escritura, las matemáticas, la atención o la comprensión.
Según el DSM-5, los trastornos específicos del aprendizaje incluyen dificultades significativas en una o más áreas académicas, que no pueden explicarse únicamente por falta de esfuerzo, oportunidades educativas, discapacidad intelectual o problemas sensoriales.

Los problemas de aprendizaje no significan que el niño no sea capaz, ni que no tenga inteligencia suficiente. Reflejan una forma diferente de procesar la información que requiere estrategias adaptadas, apoyo emocional y un abordaje profesional adecuado.

¿Qué son los problemas de aprendizaje?

Los niños con problemas de aprendizaje pueden presentar:

  • Dificultad para leer o comprender textos.

  • Problemas para escribir, organizar ideas o deletrear.

  • Dificultad en matemáticas (cálculo, razonamiento numérico).

  • Problemas para mantener la atención en tareas escolares.

  • Lentitud en el procesamiento de información.

  • Bloqueos ante tareas nuevas o exigentes.

  • Evitación del estudio o rechazo a actividades escolares.

  • Baja motivación por sentir que “no pueden” aunque quieran.

Estas dificultades generan frustración, inseguridad y, en muchos casos, baja autoestima académica.

Tipos de problemas de aprendizaje (basados en DSM-5)

1. Dificultades en la lectura (dislexia)

  • Lectura lenta.

  • Errores frecuentes al leer.

  • Confusión de letras o sonidos.

  • Problemas de comprensión lectora.

2. Dificultades en la escritura (disgrafía)

  • Caligrafía desorganizada o ilegible.

  • Errores ortográficos persistentes.

  • Dificultad para estructurar textos.

  • Problemas para plasmar ideas por escrito.

3. Dificultades en matemáticas (discalculia)

  • Problemas con operaciones básicas.

  • Errores en cálculos simples.

  • Dificultad para comprender conceptos numéricos.

  • Bloqueo ante problemas matemáticos.

4. TDAH y funciones ejecutivas

Aunque no es un trastorno del aprendizaje, el TDAH afecta significativamente:

  • atención

  • memoria de trabajo

  • planificación

  • organización

  • control de impulsos

y puede generar impacto académico similar.

¿Por qué aparecen los problemas de aprendizaje?

(Evidencia científica)

La investigación identifica múltiples factores:

1. Neurodesarrollo

Diferencias en áreas cerebrales implicadas en el procesamiento del lenguaje, la lectura, la atención y las funciones ejecutivas.
(Shaywitz, 2007)

2. Factores genéticos

Alto componente hereditario en dislexia, discalculia y TDAH.

3. Procesamiento cognitivo

Dificultades en:

  • memoria de trabajo

  • velocidad de procesamiento

  • conciencia fonológica

  • razonamiento numérico

4. Estrés emocional o trauma

La sobrecarga emocional dificulta el aprendizaje, la concentración y la motivación.
(van der Kolk, 2014)

5. Autoestima académica baja

Los niños que han recibido críticas o comparaciones pueden bloquearse ante tareas escolares.

6. Factores escolares

Métodos no adaptados, expectativas poco realistas o ambientes poco seguros emocionalmente.

Los problemas de aprendizaje no indican falta de capacidad, sino una necesidad de apoyo especializado y estrategias personalizadas.

¿Cómo vamos a trabajar los problemas de aprendizaje en terapia?

El enfoque será integrativo, combinando apoyo emocional, técnicas cognitivas, herramientas prácticas y procesamiento emocional.

1. Comprender el perfil del niño

Evaluaremos:

  • fortalezas y dificultades

  • estilo de aprendizaje

  • nivel de frustración

  • impacto en autoestima y emociones

  • dinámica escolar y familiar

Esto permite diseñar un plan individualizado.

2. Regulación emocional y manejo de la frustración

Muchos niños con problemas de aprendizaje desarrollan:

  • miedo al fracaso

  • ansiedad académica

  • evitación escolar

  • irritabilidad

Por eso trabajaremos estrategias para:

  • reducir la ansiedad ante tareas

  • manejar bloqueos

  • aumentar tolerancia a la frustración

  • recuperar la motivación por aprender

3. Reestructuración cognitiva adaptada

Transformamos pensamientos como:
“soy tonto”, “no valgo”, “todos pueden menos yo”,
por mensajes más realistas, compasivos y basados en sus capacidades reales.

4. Procesamiento emocional (EMDR infantil)

Clave cuando hay:

  • bullying

  • experiencias de fracaso escolar repetido

  • críticas o humillaciones

  • miedo a equivocarse

  • estrés por exigencia elevada

El procesamiento ayuda a liberar la carga emocional acumulada y reduce el bloqueo académico.

5. Entrenamiento en funciones ejecutivas y estrategias de estudio

  • planificación

  • organización

  • uso de apoyos visuales

  • pasos por tareas

  • técnicas para mejorar memoria de trabajo

  • desglosar tareas complejas

6. Coordinación con escuela

  • adaptaciones razonables

  • métodos de aprendizaje visual o multisensorial

  • tiempos extra

  • refuerzos positivos

  • reducción de presión

7. Reforzar autoestima y sensación de competencia

  • identificar logros reales

  • reforzar su esfuerzo

  • fomentar un autoconcepto positivo

  • alimentar confianza en su capacidad para aprender

El objetivo es que el niño se sienta capaz, seguro y acompañado, recuperando la motivación y aprendiendo desde un lugar de calma y confianza.

Trastorno del espectro autista (TEA)

El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es una condición del neurodesarrollo que se caracteriza por dificultades persistentes en comunicación e interacción social, junto con patrones restringidos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades.
Según el DSM-5, estos síntomas aparecen desde la infancia, aunque pueden hacerse más visibles cuando aumentan las demandas sociales.

El TEA no es una enfermedad ni un déficit de inteligencia o empatía. Es una forma distinta de percibir, procesar y relacionarse con el mundo, con fortalezas únicas y desafíos específicos.


🧠 ¿Qué es el TEA en la infancia?

Los niños y niñas con TEA pueden presentar:

Dificultades en interacción social y comunicación

  • Problemas para iniciar o mantener interacciones.

  • Dificultad para interpretar gestos, expresiones o tonos de voz.

  • Evitar o no buscar contacto visual.

  • Preferencia por juegos en solitario.

  • Dificultad para comprender normas sociales implícitas.

Intereses o comportamientos repetitivos

  • Rutinas rígidas o malestar intenso ante cambios.

  • Movimientos repetitivos (stimming).

  • Intereses muy profundos en temas específicos.

  • Necesidad de orden o previsibilidad.

Sensibilidad sensorial

  • Hipersensibilidad a ruidos, luces, texturas u olores.

  • Respuestas intensas ante estímulos sensoriales.

  • Búsqueda de estímulos calmantes (peso, movimiento, presión).

Perfil emocional

  • Dificultades para identificar y expresar emociones.

  • Bloqueos o explosiones emocionales.

  • Vulnerabilidad a ansiedad, frustración y sobrecarga sensorial.


🔍 ¿Por qué aparece el TEA? (Evidencia científica)

La investigación reconoce principalmente factores:

1. Genética y neurobiología

Alta heredabilidad y diferencias en la conectividad cerebral.
(Sandin et al., Robertson & Baron-Cohen)

2. Procesamiento sensorial distinto

Formas diferentes de integrar estímulos auditivos, visuales o táctiles.

3. Desarrollo socioemocional particular

Dificultades en teoría de la mente, flexibilidad cognitiva o cohesión central.

El TEA no está causado por crianza, traumas, pantallas ni estilo educativo.


🧩 ¿Cómo vamos a trabajar el TEA en terapia?

El abordaje será integrativo, respetuoso y adaptado al estilo de procesamiento del niño. Combinamos trabajo cognitivo, regulación emocional, apoyo en habilidades sociales, procesamiento emocional profundo, y —como me has pedido— incluimos terapias asistidas con animales (perros y caballos) para potenciar el bienestar y el aprendizaje.

1. Evaluación individual del perfil autista

  • Fortalezas, intereses, estilo comunicativo.

  • Sensibilidades sensoriales.

  • Necesidades en regulación emocional.

  • Nivel de flexibilidad y tolerancia al cambio.

2. Regulación emocional y sensorial

  • Técnicas adaptadas para calmar el sistema nervioso.

  • Herramientas visuales y apoyos estructurados.

  • Manejo de sobrecarga sensorial.

  • Rutinas predecibles y seguras.

3. Desarrollo de habilidades sociales y comunicativas

A través de juegos, apoyos visuales y actividades guiadas:

  • Reconocer gestos y expresiones.

  • Comprender turnos y dinámicas sociales.

  • Iniciar conversaciones adaptadas.

  • Resolver conflictos con menos frustración.

4. Reestructuración cognitiva adaptada a su nivel

  • Comprender qué les genera miedo o frustración.

  • Reducir pensamientos rígidos o catastrofistas.

  • Aumentar flexibilidad cognitiva a través de ejercicios y metáforas visuales.

5. Procesamiento emocional (EMDR infantil adaptado al TEA)

Especialmente útil para:

  • miedos intensos

  • experiencias de rechazo

  • cambios que generaron ansiedad

  • episodios sensoriales traumáticos

  • bullying o incomprensión

El EMDR se adapta al nivel de lenguaje, ritmo y estilo sensorial del niño, integrando recursos visuales y táctiles.


🐾 6. Terapias asistidas con perros (Intervención asistida con animales – IAA)

Las intervenciones con perros se integran dentro del plan terapéutico para:

  • Reducir ansiedad y mejorar regulación.

  • Aumentar motivación y participación.

  • Favorecer contacto social espontáneo.

  • Mejorar habilidades comunicativas no verbales.

  • Aumentar autoestima y sensación de competencia.

  • Trabajar tolerancia a la frustración y flexibilidad.

Los perros ofrecen seguridad emocional, responden sin juicio y facilitan el aprendizaje por imitación y conexión afectiva.


🐴 7. Terapias asistidas con caballos (Equinoterapia / Intervención asistida con equinos)

Los caballos permiten trabajar áreas clave en TEA:

  • Regulación sensorial a través del movimiento rítmico.

  • Conexión emocional gracias a su sensibilidad a señales no verbales.

  • Mejora del tono muscular y coordinación (impulso propioceptivo).

  • Autoconfianza al dirigir y relacionarse con un animal grande.

  • Habilidades sociales mediante interacción guiada y trabajo en equipo.

  • Atención conjunta y enfoque por la naturaleza de la actividad.

Es una herramienta especialmente útil para niños con dificultades comunicativas, motrices o de regulación emocional.


🧩 8. Trabajo con la familia

Fundamental para el éxito terapéutico:

  • Entender el perfil del niño sin prejuicios.

  • Crear rutinas claras y seguras.

  • Aprender a responder sin sobreproteger ni exigir demasiado.

  • Potenciar fortalezas e intereses especiales.

  • Mejorar la comunicación afectiva.

  • Reducir estrés familiar.


🎯 Objetivos del tratamiento

  • Regular emociones y disminuir ansiedad.

  • Comprender y respetar el estilo de funcionamiento del niño.

  • Mejorar comunicación y habilidades sociales.

  • Aumentar flexibilidad cognitiva y tolerancia al cambio.

  • Promover bienestar sensorial.

  • Reforzar autoestima e identidad.

  • Crear un entorno seguro, comprensivo y adaptado.

Problemas de comunicación

Los problemas de comunicación aparecen cuando un niño tiene dificultades para comprender, usar o expresar el lenguaje de forma adecuada para su edad.
Pueden implicar tanto el lenguaje verbal como el no verbal (gestos, contacto visual, comunicación emocional o intención comunicativa).

Según el DSM-5, estos problemas pueden relacionarse con:

  • trastorno del lenguaje,

  • trastorno de la comunicación social (pragmática),

  • trastorno fonológico,

  • trastornos del neurodesarrollo (como TEA),

  • o simplemente un retraso en el desarrollo comunicativo sin diagnóstico específico.

Los problemas de comunicación no son “falta de esfuerzo”, “timidez” o “caprichos”: reflejan un desarrollo lingüístico o social más lento o una dificultad específica en la adquisición del lenguaje.

¿Qué implican los problemas de comunicación?

Los niños pueden presentar:

Dificultades en el lenguaje expresivo

  • Retraso en aparición de primeras palabras.

  • Pobreza de vocabulario.

  • Frases muy simples para su edad.

  • Errores gramaticales persistentes.

  • Dificultad para narrar o explicar.

Dificultades en el lenguaje comprensivo

  • Problemas para entender instrucciones.

  • Confusión con conceptos abstractos.

  • Necesidad de repetición constante.

Problemas en el uso social del lenguaje (pragmática)

  • No iniciar o mantener conversaciones.

  • Dificultad para seguir turnos conversacionales.

  • No comprender bromas, ironías o dobles sentidos.

  • Problemas para interpretar gestos, miradas o tono de voz.

Comunicación no verbal alterada

  • Poco contacto visual.

  • Escasos gestos.

  • Expresiones emocionales limitadas.

  • Dificultad para pedir ayuda o mostrar necesidades.

Manifestaciones conductuales asociadas

  • Frustración, rabietas o enfado al no poder expresarse.

  • Aislamiento o evitación de interacción.

  • Timidez extrema o bloqueo al hablar.

¿Por qué aparecen los problemas de comunicación?

(Evidencia científica)

La investigación señala diferentes factores:

1. Variabilidad del desarrollo normal

Algunos niños simplemente adquieren el lenguaje más tarde.

2. Trastornos del lenguaje

Dificultad específica en el procesamiento lingüístico.
(Bishop, 2014)

3. Trastorno de la comunicación social

Dificultad en el uso adecuado del lenguaje en contextos sociales.

4. Trastornos del neurodesarrollo

TEA, TDAH, discapacidad intelectual, retraso madurativo.

5. Entorno lingüístico pobre o desorganizado

Menor exposición a lenguaje dirigido a niños.

6. Experiencias emocionales o estrés

El estrés inhibe lenguaje y comunicación espontánea.
(van der Kolk, 2014)

7. Trauma o inseguridad

Niños que han vivido situaciones difíciles pueden retraerse comunicativamente.

8. Problemas de audición o aspectos médicos

Afectan la adquisición del lenguaje.

Los problemas de comunicación no indican falta de inteligencia, sino un área de desarrollo que necesita apoyo especializado.

¿Cómo vamos a trabajar los problemas de comunicación?

El enfoque será integrativo, respetuoso y adaptado al nivel de desarrollo del niño. Combinamos herramientas del lenguaje, habilidades sociales, regulación emocional y procesamiento profundo cuando es necesario.

1. Estimulación del lenguaje (expresivo y comprensivo)

  • Juegos de imitación verbal.

  • Aumento progresivo de vocabulario.

  • Frases modelo.

  • Trabajo en comprensión de instrucciones.

  • Juegos narrativos y de asociación.

2. Desarrollo de habilidades sociales y comunicativas

  • Iniciar y mantener conversaciones.

  • Turnos conversacionales.

  • Expresar necesidades de forma adecuada.

  • Interpretación de gestos, miradas y expresiones faciales.

  • Juegos cooperativos que fomentan interacción.

3. Regulación emocional

Muchos niños con dificultades de comunicación viven:

  • frustración intensa,

  • miedo a equivocarse,

  • bloqueos,

  • vergüenza,

  • dependencia del adulto.

Trabajaremos:

  • estrategias de calma,

  • confianza al hablar,

  • seguridad interna,

  • manejo de emociones intensas.

4. Reestructuración cognitiva infantil

Ayudamos a transformar mensajes internos como:

“no sé hablar bien”,
“van a reírse”,
“no quiero intentarlo”,

por pensamientos más seguros y motivadores, usando cuentos, dibujos y metáforas adaptadas.

5. Procesamiento emocional (EMDR infantil)

Especialmente eficaz cuando hay:

  • bloqueo al hablar

  • experiencias de burla o rechazo

  • situaciones que generaron vergüenza

  • pérdida de confianza al comunicarse

  • miedo a participar en clase

El EMDR ayuda a integrar estas experiencias y reducir la inhibición verbal.

6. Trabajo con la familia

Fundamental para generalizar avances:

  • cómo estimular el lenguaje en casa

  • cómo reforzar intentos comunicativos

  • cómo evitar sobreproteger o hablar en su lugar

  • crear un entorno lingüístico rico y seguro

  • estrategias de interacción diaria

7. Coordinación con escuela

  • adaptaciones de comunicación visual

  • apoyos en comprensión

  • turnos guiados

  • ambientes no estresantes para hablar en público

Objetivos del tratamiento

  • Mejorar lenguaje expresivo y comprensivo.

  • Potenciar comunicación espontánea y funcional.

  • Reducir frustración y bloqueos al hablar.

  • Aumentar habilidades sociales y conexión con otros.

  • Integrar emociones difíciles asociadas a la comunicación.

  • Acompañar y guiar a la familia.

Retraso madurativo

El retraso madurativo se refiere a un desarrollo más lento en una o varias áreas del crecimiento del niño, como el lenguaje, la motricidad, la socialización, la regulación emocional o las habilidades cognitivas.
Aunque el término “retraso madurativo” no es un diagnóstico recogido de forma literal en el DSM-5, se utiliza en la práctica clínica para describir un ritmo de desarrollo más lento que el esperado para la edad, especialmente en los primeros años.

Estos retrasos pueden ser transitorios o persistir en el tiempo, y muchas veces se asocian a condiciones del neurodesarrollo como trastornos del lenguaje, dificultades motoras, TDAH o perfiles dentro del espectro autista. En otros casos, simplemente se debe a un desarrollo individual más lento.

El retraso madurativo no indica falta de capacidad, sino un ritmo de desarrollo distinto que requiere apoyo adecuado.

¿Qué implica un retraso madurativo?

El retraso madurativo puede manifestarse en diferentes áreas:

1. Desarrollo del lenguaje

  • Retraso en aparición de primeras palabras.

  • Dificultad para unir frases.

  • Problemas de comprensión.

2. Desarrollo motor

  • Torpeza motriz.

  • Retraso en caminar, correr o habilidades finas.

  • Dificultad para tareas que requieren coordinación.

3. Desarrollo social y emocional

  • Juego más inmaduro para su edad.

  • Dificultad para compartir o seguir normas.

  • Explosiones emocionales o baja tolerancia a la frustración.

  • Timidez o inseguridad excesiva.

4. Funciones cognitivas tempranas

  • Dificultad para resolver pequeños problemas.

  • Atención breve.

  • Mayor dependencia del adulto.

Cada niño tiene un perfil diferente: algunos presentan retraso solo en un área, otros en varias.

¿Por qué aparece el retraso madurativo?

(Evidencia científica)

La literatura científica apunta a múltiples factores:

1. Variabilidad del desarrollo normal

Muchos niños simplemente siguen un ritmo diferente sin patología asociada.

2. Condiciones del neurodesarrollo tempranas

  • Trastorno del lenguaje

  • Dispráxia motriz

  • TDAH en edades tempranas

  • TEA en primeras fases

3. Factores biológicos y genéticos

Prematuridad, bajo peso al nacer u otros condicionantes perinatales.

4. Entorno y estimulación

Ambientes con poca estimulación verbal, motriz o relacional pueden influir.

5. Factores emocionales o estrés

El estrés familiar, las separaciones tempranas, vivencias dolorosas o inestabilidad pueden afectar la maduración emocional y social.

6. Temperamento

Niños más sensibles, cautos o inseguros pueden madurar ciertas habilidades más lentamente.

 ¿Cómo trabajaremos el retraso madurativo en terapia?

El abordaje será integrativo, adaptado al ritmo del niño y acompañando todas las áreas implicadas.

1. Estimulación del desarrollo global

  • Lenguaje: vocabulario, comprensión, imitación, estructuras básicas.

  • Motor: coordinación, motricidad fina, equilibrio, juegos dirigidos.

  • Cognitivo: atención, memoria, resolución de pequeñas tareas.

2. Desarrollo social y emocional

  • Juego simbólico y cooperativo.

  • Habilidades sociales básicas (turnos, compartir, pedir ayuda).

  • Identificación y expresión de emociones.

  • Aumento de tolerancia a la frustración.

3. Regulación emocional

Muchos niños con retraso madurativo muestran:

  • rabietas intensas

  • frustración rápida

  • inseguridad ante tareas nuevas

Trabajaremos técnicas adaptadas a su edad que les permitan:

  • Calmarse

  • Pedir ayuda

  • Gestionar emociones intensas

  • Aumentar su seguridad interna

4. Reestructuración cognitiva adaptada

A través de cuentos, metáforas y juegos, ayudaremos al niño a transformar mensajes internos como:

“yo no puedo”, “soy pequeño”, “me salen mal las cosas”

por pensamientos más seguros y motivadores.

5. Procesamiento emocional (EMDR infantil)

Muy útil cuando el retraso madurativo se acompaña de:

  • experiencias tempranas dolorosas

  • separaciones

  • hospitalizaciones

  • inseguridad o miedo acumulado

  • baja confianza en sí mismo

  • estrés o vivencias que afectaron su desarrollo emocional

El EMDR infantil ayuda a integrar estas experiencias, reduciendo bloqueo emocional y aumentando la seguridad.

6. Trabajo con la familia

Parte esencial del proceso:

  • Cómo estructurar rutinas que favorezcan el desarrollo.

  • Cómo estimular lenguaje, juego, autonomía y habilidades sociales.

  • Manejo de rabietas y frustraciones.

  • Mejorar comunicación afectiva y seguridad emocional.

  • Reducir sobreprotección y fomentar autonomía progresiva.

7. Coordinación con escuela o guardería

  • Adaptaciones en ritmo y expectativas.

  • Juegos y actividades acordes a su nivel madurativo.

  • Comunicación fluida entre terapeuta, familia y centro escolar.

Objetivos del tratamiento

  • Potenciar el ritmo de desarrollo propio del niño.

  • Favorecer autonomía, comunicación y habilidades sociales.

  • Regular emociones y aumentar tolerancia a la frustración.

  • Mejorar autoestima y seguridad interna.

  • Acompañar a la familia y ofrecer un entorno seguro y estimulante.

Problemas de sueño

Los problemas de sueño infantil son alteraciones en la cantidad, calidad o ritmo del sueño que afectan al descanso del niño y al bienestar emocional y familiar.
Según el DSM-5, pueden incluir insomnio infantil, despertares nocturnos frecuentes, terrores nocturnos, pesadillas, dificultades para conciliar el sueño, despertares muy tempranos o alteraciones del ritmo sueño-vigilia.

Dormir es una función esencial para el desarrollo cerebral, emocional y físico del niño. Cuando hay dificultades constantes para dormir, no solo afecta al descanso, sino también al comportamiento, regulación emocional, atención, aprendizaje y clima familiar.

Los problemas de sueño no son “manías”, “caprichos” ni “mala educación”: suelen reflejar dificultad en la regulación emocional, miedo nocturno, experiencias previas intensas o rutinas poco ajustadas.

¿Qué implican los problemas de sueño infantil?

Los niños pueden presentar:

  • Dificultad para conciliar el sueño.

  • Despertares nocturnos frecuentes.

  • Miedos intensos a la oscuridad o dormir solos.

  • Terrores nocturnos o pesadillas.

  • Nerviosismo, inquietud o llanto al acostarse.

  • Dependencia excesiva del adulto para dormir.

  • Despertares tempranos no esperables para su edad.

  • Ansiedad anticipatoria antes de ir a dormir.

  • Somnolencia o irritabilidad durante el día.

Estos problemas pueden generar cansancio, frustración familiar y dificultades en la conducta o el rendimiento escolar.

¿Por qué aparecen los problemas de sueño infantil?

(Evidencia científica)

Los estudios señalan múltiples factores:

1. Inmadurez del sistema de regulación

El cerebro infantil está aprendiendo a pasar de la activación a la calma.
(Thomas et al., 2015)

2. Miedos evolutivos normales pero intensificados

Oscuridad, separación, monstruos, ruidos, soñar solo… en algunos niños se viven con gran intensidad.

3. Estrés o cambios recientes

  • nacimiento de un hermano

  • separación

  • cambio de colegio

  • mudanza

  • enfermedad o pérdida

4. Experiencias difíciles o traumáticas

Pesadillas repetitivas, miedo nocturno, hipervigilancia o sobresaltos.
(van der Kolk, 2014)

5. Rutinas irregulares

Horarios cambiantes, pantallas antes de dormir, falta de estructura.

6. Problemas emocionales asociados

Ansiedad, sobrecarga sensorial, dificultades de regulación o inseguridad afectiva.

7. Exceso de dependencia del adulto

Cuando el niño no ha aprendido a autorregularse para dormirse.

¿Cómo vamos a trabajar los problemas de sueño infantil?

El enfoque será integrativo, combinando regulación emocional, hábitos saludables, acompañamiento familiar y —cuando sea necesario— procesamiento emocional (EMDR infantil).

1. Regulación emocional y del sistema de activación

  • Técnicas de calma adaptadas a la edad.

  • Juegos reguladores antes del sueño.

  • Rutinas sensoriales calmantes.

  • Identificar señales tempranas de cansancio o activación.

2. Construcción de hábitos de sueño saludables

  • Rutinas predecibles y seguras.

  • Transiciones suaves antes de dormir.

  • Eliminación de pantallas y estímulos excitantes.

  • Reglas claras y coherentes a la hora de acostarse.

3. Manejo de miedos nocturnos

  • Cuentos terapéuticos.

  • Exposición gradual y respetuosa.

  • Reinterpretación de pensamientos temerosos.

  • Creación de rituales de seguridad adaptados al niño.

4. Reestructuración cognitiva infantil

Ayudamos al niño a transformar ideas como:
“me va a pasar algo”, “la noche da miedo”, “solo puedo dormir con mamá/papá”,
por mensajes más seguros, tranquilos y realistas.

5. Procesamiento emocional (EMDR infantil)

Especialmente indicado cuando hay:

  • pesadillas recurrentes

  • terrores nocturnos

  • separaciones difíciles

  • hospitalizaciones

  • sobresaltos nocturnos

  • experiencias que activaron miedo o inseguridad

El EMDR ayuda al sistema nervioso a integrar estas experiencias y disminuir la activación nocturna.

6. Autorregulación progresiva

  • Aprender a dormirse solo de forma gradual y respetuosa.

  • Reducir dependencia del adulto sin generar angustia.

  • Reforzar la sensación interna de seguridad.

7. Trabajo con la familia

Fundamental para el éxito del proceso:

  • Establecer límites consistentes.

  • Acompañar sin sobreproteger.

  • Crear un ambiente emocional seguro.

  • Evitar errores comunes (reforzar miedo sin querer, inconsistencias).

  • Manejo de frustración nocturna.

Objetivos del tratamiento

  • Mejorar la calidad y continuidad del sueño.

  • Reducir miedos y ansiedad nocturna.

  • Aumentar autorregulación emocional.

  • Crear rutinas seguras y predecibles.

  • Favorecer el descanso saludable para el niño y la familia.

Control de esfínteres

Las dificultades en el control de esfínteres aparecen cuando un niño tiene problemas para controlar la orina o las heces a una edad en la que ya debería haber adquirido esta habilidad, o cuando, tras haber logrado el control, aparecen regresiones.
Según el DSM-5, estos problemas pueden clasificarse como:

  • Enuresis → escape de orina durante el día o la noche.

  • Encopresis → escape de heces, con o sin estreñimiento asociado.

El control de esfínteres es una habilidad del desarrollo neurológico, emocional y conductual, y cada niño lo adquiere a su propio ritmo. Cuando hay dificultades, estas no se deben a “vagancia”, “rebeldía” o “mal comportamiento”: suelen reflejar inmadurez del control interno, estrés, inseguridad, miedo, hábitos inestables o experiencias difíciles.

¿Qué implica una dificultad en el control de esfínteres?

Los niños pueden presentar:

  • Escape de orina nocturno (enuresis).

  • Escape de orina diurno.

  • Escape de heces (encopresis).

  • Evitación de ir al baño.

  • Miedo o ansiedad al usar el baño.

  • Estreñimiento crónico con fugas.

  • Dolor o molestias asociadas.

  • Vergüenza, frustración o baja autoestima.

  • Regresiones del control tras cambios vitales.

Estas dificultades pueden generar estrés familiar, conflictos, vergüenza en el colegio y problemas emocionales asociados.

¿Por qué aparecen las dificultades en el control de esfínteres?

(Evidencia científica)

1. Maduración neurológica más lenta

El sistema encargado del control voluntario puede tardar más en madurar.
(Norgaard et al., 2010)

2. Estrés o cambios vitales

  • inicio de colegio o guardería

  • nacimiento de un hermano

  • mudanzas

  • separación de los padres

  • cambios en rutinas

3. Aprendizaje inadecuado o acelerado

Retirada del pañal demasiado temprana o sin preparación.

4. Estreñimiento y retención

El estreñimiento es una de las causas más frecuentes de encopresis.

5. Miedo al baño

Por dolor, experiencias previas negativas o ansiedad.

6. Problemas emocionales

Inseguridad, vergüenza, ansiedad o regresiones afectivas.

7. Experiencias difíciles o traumáticas

  • hospitalizaciones

  • procedimientos médicos invasivos

  • episodios de miedo intenso
    (van der Kolk, 2014)

8. Factores familiares

Dinámicas rígidas, excesiva presión o conflictos alrededor del control.

Estas dificultades no son culpa del niño; requieren apoyo emocional, rutinas claras y acompañamiento respetuoso.

¿Cómo vamos a trabajar las dificultades en el control de esfínteres?

El abordaje será integrativo, combinando regulación emocional, reeducación de hábitos, acompañamiento familiar y —cuando sea necesario— procesamiento emocional profundo.

1. Análisis funcional y comprensión del caso

Exploramos:

  • patrones de escapes

  • rutinas diarias

  • hábitos alimenticios y de hidratación

  • emociones asociadas

  • presencia de estreñimiento

  • contexto familiar o escolar

2. Reeducación de hábitos de baño

  • Rutinas predecibles y horarios regulares.

  • Uso del baño sin presión ni castigos.

  • Técnicas para reducir estreñimiento (coordinado con pediatría si es necesario).

  • Entrenamiento en señales corporales.

  • Refuerzo positivo por intentos, no por resultados.

3. Regulación emocional

Muchos niños con dificultades de esfínteres viven:

  • vergüenza

  • miedo

  • frustración

  • sensación de falta de control

Trabajaremos:

  • técnicas de calma

  • manejo de miedo al baño

  • aumento de seguridad interna

  • reducción de ansiedad nocturna o diurna

4. Reestructuración cognitiva adaptada

Ayudamos al niño a transformar pensamientos como:
“soy un bebé”, “lo hago mal”, “me voy a equivocar otra vez”,
por mensajes seguros, amables y realistas.

5. Procesamiento emocional (EMDR infantil)

Especialmente útil cuando:

  • las dificultades empezaron tras un evento estresante

  • hay vergüenza acumulada

  • hubo experiencias dolorosas en el baño

  • existe trauma médico

  • el niño siente miedo intenso o bloqueo

El EMDR ayuda a integrar estas experiencias y disminuir la reactividad emocional y corporal.

6. Trabajo con la familia

Es fundamental:

  • Evitar castigos o enfados.

  • Crear un ambiente seguro y sin presión.

  • Aprender a reforzar avances.

  • Establecer rutinas claras y consistentes.

  • Reducir la sobreatención al síntoma.

  • Acompañar sin generar culpa.

7. Coordinación con el colegio o escuela infantil

  • acceso libre y sin presión al baño

  • evitar burlas o comentarios

  • comunicación respetuosa y discreta

  • apoyo en horarios de baño si es necesario

Objetivos del tratamiento

  • Adquirir control voluntario del esfínter.

  • Reducir ansiedad, vergüenza y miedos.

  • Establecer rutinas sanas y predecibles.

  • Mejorar autoestima y sensación interna de competencia.

  • Acompañar a las familias de forma respetuosa y efectiva.

  • Integrar posibles experiencias que generaron bloqueo.

Dificultad de adaptación a los cambios

La dificultad de adaptación a los cambios aparece cuando un niño experimenta malestar significativo, ansiedad, irritabilidad o conductas regresivas ante situaciones nuevas o transiciones importantes. Aunque cierta resistencia al cambio es normal en el desarrollo infantil, se considera problemática cuando:

  • la reacción es muy intensa,

  • dura más de lo esperado,

  • afecta al comportamiento,

  • interfiere en la vida familiar o escolar,

  • o limita la autonomía del niño.

En algunos casos, estas dificultades pueden estar relacionadas con trastornos de ansiedad, trastornos adaptativos o perfiles del neurodesarrollo (como TEA o TDAH), pero también pueden aparecer en niños sin ningún diagnóstico previo.

No es “manía”, “cabezonería” ni “rebeldía”: es una señal de que el niño necesita seguridad, apoyo emocional y estrategias claras para afrontar las transiciones.


🧠 ¿Qué implica la dificultad para adaptarse a los cambios?

El niño puede mostrar:

  • Nerviosismo o ansiedad ante situaciones nuevas.

  • Resistencia a modificar rutinas.

  • Rabietas o irritabilidad cuando algo cambia.

  • Miedos anticipatorios (“¿y si…?”).

  • Rigidez en normas o preferencias.

  • Inseguridad al separarse de figuras de referencia.

  • Dificultad para aceptar planificaciones improvisadas.

  • Reacciones intensas ante pequeños cambios (ropa, comida, trayectos).

  • Rechazo a nuevos entornos: cole, actividades, casas de amigos.

  • Regresiones temporales (sueño, comunicación, control emocional).

En muchos casos, estas reacciones se deben a una necesidad profunda de previsibilidad, sensaciones de inseguridad o experiencias que generaron miedo.


🔍 ¿Por qué aparece la dificultad de adaptación a los cambios?

(Evidencia científica)

La investigación señala diferentes factores:

1. Neurodesarrollo y flexibilidad cognitiva

Algunos niños muestran una menor flexibilidad para cambiar patrones, lo que aumenta su resistencia.
(Espinoza et al., 2018)

2. Sensibilidad emocional elevada

Niños más sensibles o con temperamento inhibido pueden sentir los cambios como “amenazas”.
(Rothbart, 2007)

3. Estrés o cambios vitales recientes

  • cambios de colegio

  • mudanzas

  • llegada de un hermano

  • separación de los padres

  • pérdidas de figuras significativas

Estas situaciones pueden desbordar su capacidad de adaptación.

4. Experiencias que generaron miedo o inseguridad

El sistema emocional recuerda situaciones difíciles, generando alarma ante nuevos desafíos.
(van der Kolk, 2014)

5. Rigidez aprendida por necesidad de control

Si el niño aprendió que “todo cambia sin avisar”, genera rutinas rígidas para sentirse seguro.

6. Perfiles del neurodesarrollo

Niños con TEA, TDAH, trastornos del lenguaje o alta sensibilidad suelen presentar mayor dificultad ante cambios.

7. Dinámicas familiares

Sobreprotección, alta exigencia o falta de estructura pueden dificultar la adaptación.


🧩 ¿Cómo vamos a trabajar la dificultad de adaptación a los cambios?

El enfoque será integrativo, combinando regulación emocional, flexibilidad cognitiva, entrenamiento en habilidades y procesamiento profundo de experiencias cuando sea necesario.

1. Comprender la raíz del malestar

  • ¿Es miedo?

  • ¿Necesidad de control?

  • ¿Inseguridad emocional?

  • ¿Sobreestimulación sensorial?

  • ¿Experiencias previas difíciles?

Esto guía el plan terapéutico.

2. Regulación emocional

Trabajamos para que el niño pueda gestionar la ansiedad o tensión que siente ante los cambios:

  • juegos de calma

  • respiraciones adaptadas

  • actividades sensoriales reguladoras

  • rutinas de anticipación emocional

  • recursos para “volver a la calma” en momentos difíciles

3. Flexibilidad cognitiva

Mediante juegos, metáforas y actividades prácticas:

  • aprender que “las cosas pueden ser de más de una manera”

  • tolerar pequeños cambios

  • resolver problemas de forma creativa

  • anticipar alternativas posibles

  • mejorar la adaptación a situaciones nuevas

4. Integración de emociones y experiencias (EMDR infantil)

Muy útil cuando la resistencia al cambio está asociada a:

  • episodios de inseguridad

  • pérdidas

  • separaciones

  • experiencias que generaron miedo

  • frustraciones intensas

  • cambios vividos como “traumáticos”

El EMDR reduce la reactividad y aumenta la sensación interna de seguridad.

5. Trabajo gradual con los cambios

  • exposición progresiva a cambios pequeños

  • preparar anticipaciones visuales

  • crear guiones sociales si es necesario

  • ensayar escenarios nuevos mediante juego simbólico

  • reforzar cada logro del niño

6. Trabajo con la familia

Parte clave:

  • establecer rutinas seguras y predecibles

  • anticipar cambios con apoyo visual

  • modelar flexibilidad y calma

  • evitar presionar o forzar

  • reforzar la valentía y no solo el resultado

  • enseñar a acompañar la frustración sin sobreproteger

7. Coordinación con el colegio

  • señales anticipatorias para cambios de actividad

  • apoyo visual (calendarios, horarios)

  • permitir transiciones suaves

  • reducir sorpresas innecesarias


🎯 Objetivos del tratamiento

  • Reducir ansiedad y miedo ante los cambios.

  • Aumentar flexibilidad cognitiva y emocional.

  • Mejorar la tolerancia a la incertidumbre.

  • Crear rutinas saludables y seguras.

  • Potenciar estrategias de autorregulación.

  • Reforzar autoestima y sentimiento de competencia.

  • Empoderar a la familia para acompañar el proceso.